Normalmente
andamos por la vida emitiendo juicios que, sin medir las consecuencias,
acariciamos con espinas las heridas de otros.
Cuando nací
mis padres eran de una edad avanzada, sobre todo para tener hijos. No estaba en
sus planes tener hijos, por razones casi obvias.
Los abuelos
que llegué a conocer también eran adultos muy mayores.
A menudo
escuchaba de mis compañeritos que si mi mamá era mi abuela, porque se parecía a
sus abuelas.
Una vez
en una consultorio una señora me preguntó si no era difícil tener una mamá tan
mayor porque seguramente era muy “jodida”, lo que no sabía nadie es que era lo
mejor, porque mi mamá decía “cuando el anciano recuerda su juventud, le dice al
joven que haga lo que se le dé la gana”, por su puesto, una metáfora con
respecto a las represiones, no al libertinaje.
Todo lo
que me enseñó mi mamá lo hizo con un cuento y una canción.
Como
viví con mi mamá y mis dos abuelos -sus padres- me decían algunas personas que yo “olía a viejo”,
sin saber que es mi olor favorito.
Para mí es el mejor perfume que pueden tener
un libro y la vida, sin contar el queso y el vino.
Mis padres
aunque no tenían la fuerza de la juventud, tenían esa nívea cosa que solo se
consigue con los años: sabiduría.
Tampoco
tenían ya salud, se les había ido a otro lugar y no se dieron cuenta porque
estaban muy ocupados trabajando para que sus hijos no pasaran la precariedad de
una postguerra.
Sin embargo,
hoy paso la precariedad de su ausencia, y esa creo que es una de las más
grandes enseñanzas que me dejaron.
Tanto así,
que mi mamá siempre decía que me quedaría joven sin ellos –físicamente- y me
preparaba para eso–como si eso se pudiera hacer- pero fue tan mágica que lo
supo hacer y es por eso que hoy puedo escribir esta nota, con pedacitos de
limón.
Siempre me quejo de los estándares, los estereotipos,
lo convencional, lo normal, la sociedad y de esas cosas, típicas de un alma con
revoluciones en segundos cósmicos como la mía, entonces me encanta mi historia,
es profunda, interesante, diferente y es el motor que me impulsa para poder
hacer algo más grande por mí y para otros.
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