martes, 28 de mayo de 2013

Reflexiones Musicales



Quiero hacer un ciclo de reflexiones acerca de mi experiencia en el campo de la música, prácticamente estoy en él desde siempre. 

Hay preguntas que me cuestionan y por eso existe la necesidad de escribirlas.

¿Existirán carreras sexistas? ¿Hay aspectos sexistas dentro de las carreras en sí?

A menudo estoy en un salón de clases con veintisiete hombres y tres mujeres, o veinticuatro hombres y yo como me sucedió en un taller de improvisación con Gerry Weil.

La música a lo largo y ancho de la historia ha sido parte intrínseca del hombre, en muchos casos es un reflejo y una expresión de sí mismo y con esto no me refiero al aspecto individual sino también colectivo que forma una sociedad, es un código extralingüístico que encierra un montón de significados y en muchas situaciones es bueno y hasta necesario identificarlos.

Nuestra “historia de la música” a menudo es una adopción histórica de la historia musical europea, por múltiples razones. (Sería muy útil pensar cuáles son esas razones.)

Por ende  se puede notar la discriminación sexista que existía (¿existe?).  

Por ejemplo las mujeres no podían tocar, ni cantar ni menos componer como trabajo, en el ámbito coral se puede notar con los famosos  Castrati

Digo como trabajo porque quizás desde finales del clasicismo las “señoritas de la casa” debían aprender a pintar, escribir poemas, tejer y tocar el piano como cualidades necesarias para poder ser digna de conseguir esposo. 

Asimismo se conoce de algunas obras, no sólo en la música, que fueron escritas por mujeres y quedaron engavetadas o publicadas bajo seudónimos masculinos o publicadas por hombres cercanos a ellas.
En muchos casos como los de Fanny Mendelssohn –que publicó obras bajo el nombre de su hermano Felix- también se dice que ella tocaba el piano mucho mejor que su  hermano, cómo se iba a permitir en aquel momento que una mujer superara a un hombre públicamente en este caso ejecutando el piano.
Incluso creo que hoy día se sigue teniendo en el imaginario social representaciones compartidas de estereotipos que determinan conscientes o no ciertas actitudes o reacciones hacia ciertas cosas.

Sin embargo ahora la carga pesada del sexismo, al menos en el arte también la llevan los hombres, por ejemplo, ciertos instrumentos siguen siendo más tocado por mujeres que por hombres, como el arpa, cosa que también crea un mito alrededor del instrumento de ser “delicado”,  que no es así, el arpa puede llegar a ser muy versátil y por tanto tener momentos “bruscos” como cualquier otro instrumento. De alguna forma el piano también conservaba ese mito de ser delicado, porque era el instrumento, al igual que el arpa, de las señoritas, pero a estas alturas sabemos que el piano puede llegar a ser un pasto con rocío matutino y un volcán en erupción.
Al igual cuando veo una mujer contrabajista pienso en lo duro que ha de ser, porque al menos mis manos son muy pequeñas y finas y sufro tocando arpa, ¡imagínense contrabajo! Sin embargo, hay casos contrarios, hombres con manos pequeñas y finas, aunque aparte de todo es cuestión de querer y de sentirse lleno con lo que se haga.

No creo en la igualdad de género, no somos iguales y eso es lo que nos hace coexistir.
Creo firmemente en la capacidad de decidir y sobre todo en la oportunidad de poder elegir más allá de estereotipos culturales y muchas veces éstos son aspectos físicos y biológicos que condicionan esa elección, es bueno que se elija desde un punto sincero de cada quien consigo mismo, lo que quiere decir que si no se elige una cosa por ser estereotipada en femenino o masculino, que tampoco se elija por querer demostrar “una igualdad genérica” que termina por el contrario demostrando una desigualdad abismal.

Si cada quien elige sinceramente las igualdades de poder elegir, se van haciendo notorias; si tienes los ojos marrones, no necesitas decirlo.  

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