Quiero hacer
un ciclo de reflexiones acerca de mi experiencia en el campo de la música,
prácticamente estoy en él desde siempre.
Hay preguntas
que me cuestionan y por eso existe la necesidad de escribirlas.
¿Existirán
carreras sexistas? ¿Hay aspectos sexistas dentro de las carreras en sí?
A
menudo estoy en un salón de clases con veintisiete hombres y tres mujeres, o
veinticuatro hombres y yo como me sucedió en un taller de improvisación con
Gerry Weil.
La música
a lo largo y ancho de la historia ha sido parte intrínseca del hombre, en
muchos casos es un reflejo y una expresión de sí mismo y con esto no me refiero
al aspecto individual sino también colectivo que forma una sociedad, es un
código extralingüístico que encierra un montón de significados y en muchas
situaciones es bueno y hasta necesario identificarlos.
Nuestra
“historia de la música” a menudo es una adopción
histórica de la historia musical europea, por múltiples razones. (Sería muy
útil pensar cuáles son esas razones.)
Por ende se puede notar la discriminación sexista que
existía (¿existe?).
Por ejemplo
las mujeres no podían tocar, ni cantar ni menos componer como trabajo, en el
ámbito coral se puede notar con los famosos Castrati.
Digo como
trabajo porque quizás desde finales del clasicismo las “señoritas de la casa” debían aprender a pintar, escribir
poemas, tejer y tocar el piano como cualidades necesarias para poder ser digna
de conseguir esposo.
Asimismo
se conoce de algunas obras, no sólo en la música, que fueron escritas por
mujeres y quedaron engavetadas o publicadas bajo seudónimos masculinos o
publicadas por hombres cercanos a ellas.
En muchos
casos como los de Fanny Mendelssohn –que publicó obras bajo el nombre de su hermano
Felix- también se dice que ella tocaba el piano mucho mejor que su hermano, cómo se iba a permitir en aquel
momento que una mujer superara a un hombre públicamente en este caso ejecutando
el piano.
Incluso
creo que hoy día se sigue teniendo en el imaginario social representaciones
compartidas de estereotipos que determinan conscientes o no ciertas actitudes o
reacciones hacia ciertas cosas.
Sin embargo
ahora la carga pesada del sexismo, al menos en el arte también la llevan los
hombres, por ejemplo, ciertos instrumentos siguen siendo más tocado por mujeres
que por hombres, como el arpa, cosa que también crea un mito alrededor del
instrumento de ser “delicado”, que no es
así, el arpa puede llegar a ser muy versátil y por tanto tener momentos “bruscos”
como cualquier otro instrumento. De alguna forma el piano también conservaba
ese mito de ser delicado, porque era el instrumento, al igual que el arpa, de
las señoritas, pero a estas alturas sabemos que el piano puede llegar a ser un
pasto con rocío matutino y un volcán en erupción.
Al igual
cuando veo una mujer contrabajista pienso en lo duro que ha de ser, porque al
menos mis manos son muy pequeñas y finas y sufro tocando arpa, ¡imagínense
contrabajo! Sin embargo, hay casos contrarios, hombres con manos pequeñas y
finas, aunque aparte de todo es cuestión de querer y de sentirse lleno con lo
que se haga.
No creo
en la igualdad de género, no somos iguales y eso es lo que nos hace coexistir.
Creo firmemente
en la capacidad de decidir y sobre todo en la oportunidad de poder elegir más
allá de estereotipos culturales y muchas veces éstos son aspectos físicos y biológicos que
condicionan esa elección, es bueno que se elija desde un punto sincero de cada
quien consigo mismo, lo que quiere decir que si no se elige una cosa por ser estereotipada
en femenino o masculino, que tampoco se elija por querer demostrar “una
igualdad genérica” que termina por el contrario demostrando una desigualdad
abismal.
Si cada
quien elige sinceramente las igualdades de poder elegir, se van haciendo
notorias; si tienes los ojos marrones, no necesitas decirlo.
excelente entrada :)
ResponderEliminarGracias :)
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