martes, 19 de marzo de 2013

Antepresente



Las personas son muchas personas. 

...muchos momentos, muchos lugares. 

Las personas son un pequeño universo caminante, soñante, cantante, y todos los antes, y despueses también. Son antepasado, antepresente y antefuturo, este último un poco sí y un poco no, como todo lo incierto e inventado por el hombre para manejar, controlar y no enfrentar la incertidumbre del instante fugaz que muere en un constante ocaso. 

Normalmente en el barrio –y sí, vivo en un barrio, no lo escribo para que suene más poético o más cancioncita-, es válido que lo usen, no tengo nada en contra de eso vos no decís “en la calle de mi urbanización”, no me jodas, “en la calle de mi barrio” suena más y por supuesto, llega más. No vamos a caer ahora en porque suena o no suena.

Como decía, en el barrio, la gente pasa y me saluda con esa ingenuidad de conocerte de siempre, de haberte visto crecer, y yo contesto con esa incertidumbre de quién será, que cosas ha llorado, que cosas ha reído, ¿cuánto ha baila ‘o?, pues sí, no me importa como se llame, ni en cual cuadra vive, sólo si esto me serviría para compartir alguna vez con ellos, pero no es así, ahora la inseguridad y todos esos rollos han hecho que esté más encerrada. 

Así como me saludan algunos otros me dicen cuando paso lejos de casa que si soy familia de la italiana aquella que tenía una quincalla, para ser precisos en la calle cuatro. No hace falta que conteste bien para atesorar las palabras más sinceras de decir que soy igual a ella. Antes como el barrio no había crecido tanto y estaban los que lo fundaron, además de que se podía andar un poco más por ahí, todos se conocían, hasta mis primeros años de edad, ya después de esto muchas cosas por muchas cosas han cambiado. 

También en un país lejano, gente que nunca me ha visto pregunta si soy familia de Toton', dicen familia porque hija suena algo anacrónico, pero no importa. Bajándome de un tren, en un pueblo desconocido alguien súbitamente me reconoció y eso es más que suficiente para saber que uno, es, mucha gente.

Lo curioso del caso es que andamos por ahí pensando que somos originales, en un sentido de únicos, somos originales sí, porque tenemos un origen que nos permite tener cierto grado de autenticidad, pero vamos, que somos muchas cosas pasadas, o muchas cosas presentes en otro espacio, tenemos una memoria celular y por qué no colectiva, sí, claro que somos únicos, únicamente una mezcla de muchas cosas, personas, recuerdos, lugares. Somos cincuenta por ciento mamá y cincuenta por ciento papá, el negar a uno o a otro es simplemente negar una parte de sí mismos.

Ambos al momento de fecundar ponen lo mismo, ahora, que a la mujer le toque biológicamente un proceso más arduo, si se quiere, no resta porcentaje al otro. Quizás al hombre le toca un proceso emocional difícil en la sociedad u otras cosas que por lo mismo no se ven. Puede que físicamente, en temperamento y otras cosas se crea que no es igual el porcentaje, pues sí lo es, porque detrás de mamá y papá hay muchas otras personas, momentos y cosas más.

Por circunstancias de la vida he compartido mucho con mi abuela, yo creía no tener mucho que ver con ella antes de compartir tanto, pero ¡vaya coincidencia!, tengo mucho más de lo que creía, y por esto me atrevo a afirmar lo que digo, a veces son mínimos detalles que hacen notar estas cosas. Porque eso somos, un pocotón de cositas y llamitas pequeñas que conforman un fuego, un todo, un ser.

 

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