viernes, 24 de agosto de 2012

Charcos.


     Fui, por algún lado fui, caminé, para algún lado caminé, había un sol radiante como aquel que anuncia que va a ser un buen día.  

     Y tracé el camino, allí me detuve, todo empezó bien, pero de repente algo brotó de la tierra, y empezaron a salir seres, de donde no te imaginas, de donde no hay goce, pero de donde el dolor de tu corazón conoce.  Fue extraño, me sentí atrapada y veía lo que sus ojos querían decirme, miré y lo vi, pero pensé que lastimosamente todo es como debe ser, nada falta, nada sobra, así es porque todo es una consecuencia, hay una serie de eslabones, cada uno importante a su modo, que forman una cadena infinita donde todos y todo está conectado, por eso, lo vi y miré lo que sus ojos querían decirme. 

     Siguió el día, porque nunca se detiene, nunca te espera, pero él está calmo, el inquieto eres tú, soy yo, el avión que vuela en el cielo que no ves pero escuchas, es ese todo presente que obvias por continuar, en eso, en aquello, en esto, otra vez. Siguió el día, porque nunca se detiene, y las nubes se tornaron grises, al sol le tocó su hora de descanso, y yo me quedé caminando, buscándolas, hasta llegar de nuevo a algún lado, y vi, ya habían pasado, quise apresurarme para llegar a verlas, y no pude, no quise, mejor dicho, porque quería disfrutar del camino, entonces no llegué a tiempo, cuando llegué se habían ido, sólo quedaban los charquitos, que yo miré, pero fue bueno, no creas, si lo fue, porque me asomé y vi algo en ellos, algo que no veía hace tiempo, me vi en el charquito y fue mi espejo, fue amable, me devolvió la imagen y pude mirarme.
     
     Fue importante lo que hicieron por mí, como sabían que no llegaría a tiempo para verlas una por una, prefirieron juntarse en un lugar donde pudiera verlas unidas, y el sol, tardó en salir, para no llevárselas pronto y yo pudiera, eso mismo, mirarme de nuevo, es bueno, de vez en cuando encontrarse otra vez.

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